lunes, 18 de noviembre de 2013

Lectura labial

La lectura labial es la habilidad de llegar a entender un lenguaje a través del movimiento de los labios. Es, pues, un método visual, imprescindible para que el niño sordo pueda comprender la comunicación oral. La lectura labial es una tarea difícil. Complicada, lenta y relacionada principalmente con el conocimiento previo que tengamos del lenguaje.



El entrenamiento de la lectura labial:
Lo primero es cumplir las normas de comunicación que señalábamos anteriormente, a la vez que entrenamos al niño a que fije su intención en los labios.
La lectura labial no es una habilidad que entrene sólo el especialista, sino que es algo que todos los implicados en el proceso educativo del niño deben tener en cuenta y favorecer, ya que las mejores situaciones para practicar la lectura labial son las cotidianas y naturales, a través de los intereses del niño, cuando observamos que está receptivo, etc. Especialmente son los padres quienes, teniendo la necesidad de comunicarse con su hijo, y porque disponen de más tiempo para estar a su lado, deben ejercitar este apartado.
Lo principal es hablarles una y otra vez de las mismas cosas, hablarles de la “luz”, cuando la encendemos, cuando la apagamos, cuando un juguete tiene una luz intermitente... Cualquier momento es bueno para practicar, sin forzar. Le hablaremos sobre los objetos utilizados mientras se le baña, mientras come, de lo que vemos mientras paseamos por la calle, el zoo, el campo... Estas situaciones son tanto o más útiles que las situaciones concretas de trabajo.
Mecanismos que facilitan la lectura labial:
Ni el niño sordo ni nadie podrá leer en los labios una palabra que no conoce.
Además sólo por lectura labial es difícil que el niño sordo aprenda a hablar ni a entender el lenguaje. Por tanto, lo primero que tenemos que lograr es que adquieran un vocabulario, para que posteriormente lo puedan leer en los labios.
Para conseguir este objetivo es necesario utilizar todos los recursos que tengamos, y sean más accesibles para hacer llegar nuestro mensaje al niño sordo:
1) Pistas visuales: Hay que apoyarnos, al principio, en todas las pistas perceptivas de que dispongamos para que vaya conociendo las palabras, y vaya asociando un determinado movimiento de los labios con una palabra. Cuando le hablemos de la silla señalémosla, mostremos distintas fotos de sillas, hagámosle un dibujo...
2) Contexto natural: Presentémosle las palabras dentro de un contexto familiar, cotidiano. Hablémosle del peine cuando lo tiene en la mano y se está peinando; del vaso cuando está bebiendo.
3) Utilización de la mímica: Podemos acompañar la palabra con un gesto natural, o un signo. El niño adquirirá primero el vocabulario a través de la mímica, y a la vez comenzará a asociar un determinado movimiento de los labios con un determinado gesto o mimo.


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